Politicas culturales


PROYECTO: DICCIONARIO DEL PENSAMIENTO ALTERNATIVO II
Política Cultural
por Arturo Chavolla,
Podemos definir como Política Cultural al conjunto de todas aquellas acciones o intenciones por parte del Estado, la comunidad o instituciones civiles tendientes a orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales de una sociedad y obtener consenso para la transformación social o el establecimiento de un nuevo tipo de orden entre las personas. Además, ese esfuerzo debe poseer como meta la socialización de los productos y la democratización de sus resultados para que toda la población, independientemente de su credo religioso, su posición social, edad o postura política, tenga acceso al patrimonio generado por la sociedad en su conjunto. Dicha definición conduce necesariamente a un nuevo sentido del quehacer cultural el cual se relaciona con el sello distintivo de un país, con el espíritu más permanente que lo anima y vivifica, con la identidad que ese país tiene y que lo caracteriza y a la vez lo diferencia de otras naciones. A la luz de tales valores, se pueden definir los criterios y directivas generales y estables que deben guiar las decisiones en el campo de la cultura. Autonomía de la sociedad, presencia y papel facilitador del Estado, libertad de creación, valoración y respeto de la diversidad, afirmación y proyección de la identidad, educación de la sensibilidad, conservación y difusión del patrimonio cultural, igualdad de acceso al arte y al uso de tecnologías, descentralización y regionalización, constituyen tópicos recurrentes de todo Gobierno que diseña sus políticas culturales propias.
Los objetivos de una política cultural pueden enumerarse de manera general: ampliar los espacios de libertad a la producción artística y a las manifestaciones de la cultura; recuperar espacios públicos como lugares no sólo de encuentro y recreación ciudadana sino también de información, diálogo e intercambios; expandir la actividad artística; mejorar la gestión, producción y comercialización de las industrias culturales; ampliar la comprensión del patrimonio cultural más allá de criterios de carácter exclusivamente histórico y estético, incentivando la valoración, protección y difusión del mismo; mejorar la sociabilidad y el papel educativo de museos, bibliotecas, archivos, monumentos y otros espacios semejantes; contribuir al desarrollo del pluralismo y la tolerancia; estimular la creación y difusión de las culturas de los pueblos originarios; mejorar el rendimiento de la institucionalidad pública; incrementar el intercambio y la cooperación cultural entre las naciones. Estos son algunos de los conceptos manejados de manera recurrente en todo proyecto de política cultural.
A lo largo de la historia reciente de América latina encontramos varios intentos que nos permiten ejemplificar esta definición. El gobierno mexicano inmediatamente posterior a la revolución de 1910 cambio la idea que se tenia de arte en el país, de manera planificada y conciente. Desde la Secretaria de Educación Publica se implemento un ambicioso proyecto para modificar la apreciación de la cultura de todo un pueblo basándose en el rescate del pasado indígena, su historia y la defensa de su patrimonio. A partir de este movimiento los valores culturales y los productos artísticos sufrieron un drástico giro que se plasmó en el muralismo primero y posteriormente en la literatura y el cine. La Revolución Cubana hizo algo similar con sus valores culturales basada en los ideales socialistas y proyectó su arte como el logro de todo un movimiento social en asenso, desbordando incluso las fronteras de la isla integrando a toda Latinoamérica. Allí, la música, con la llamada nueva trova, pero sobre todo el programa denominado Casa de las Americas, el cual intentó consolidar una concepción cultural continental, son los ejemplos. El retorno a la democracia en la Argentina en 1983 nos da un ultimo caso. La Secretaria de Cultura de la Nación implementa un ambicioso proyecto con la finalidad de democratizar todos los productos artísticos del país, elaborando un plan nacional con la intención de federalizar el arte, incentivándolo en todos los rincones del país. La idea era desterrar los impulsos fascistas de la sociedad por medio de la cultura.

Al parecer, los momentos históricos posteriores a un gran movimiento social son los mejores para producir esquemas alternativos de políticas culturales. En la actualidad, todo Gobierno democrático se plantea como una necesidad social el establecer una política cultural clara, no solo como una diversión o el uso del tiempo libre, sino como una apoyo social de la misma forma que existe el seguro medico o la educación escolar.

Fuentes: Noam Chomsky, Política y cultura a finales del siglo XX, Buenos Aires, Ariel, 1995. Nestor Garcia Canclini, Políticas Culturales en América Latina, México, Grijalbo, 1987. Toby Miller y George Yúdice, Política Cultural, Barcelona, Gedisa, 2004. Philippe Urfalino, L'invention de la politique culturelle, Paris, Pluriel, 2004.

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